Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado.
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