SOBRE LA LIBERTAD SEXUAL

SOBRE LA LIBERTAD SEXUAL
Hoy en día la concepción hedonista se ha enquistado tan vigorosamente en la sociedad que la sexualidad, algo tan preciado y útil, se ha trasformado extensamente en un instrumento de mera satisfacción. La objetivación del cuerpo, pensado ya como medio para un fin inmediato, destruye la finalidad genuina de la sexualidad del hombre: la procreación y los vínculos físicos, afectivos y espirituales entre un hombre y una mujer, unidos en santo matrimonio.
Pocos pasajes bíblicos son tan oportunos a la hora de abordar esta reflexión como los que ha escrito el apóstol Pablo:
“Todo me es permitido, pero no todo conviene; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. (…) el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? (…) Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:12-20).
Pablo enseña a respetar nuestra integridad, haciendo buen uso de nuestro cuerpo, enmarcando la sexualidad en los adecuados márgenes de permisión y dejando afuera todas las desviaciones y malos usos que le podemos dar. Tan importante es el cuerpo que lo califica como templo del Espíritu Santo, y como tal debe ser entregado a Dios bajo su voluntad, mas no a la satisfacción de los impulsos concupiscentes.
Por otro lado, la Biblia, manifiesta que la práctica de relaciones homosexuales constituye un pecado grave en el que se niega la realidad objetiva establecida por la voluntad de Dios quien determina a cada uno en su naturaleza. Algunos pasajes que referentes a este tema son:
“No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación” (Levítico 18:22).
“Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. 27 Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión” (Romanos 1:26-27).
“¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales” 1ª (Corintios 6:9).

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